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miércoles, 3 de agosto de 2011

A Las Flores nos vamos y cuando llegamos...


Nico, coincido, viajar a Las Flores con mi papá, o en realidad a cualquier lado, es una aventura. Recuerdo muy bien esa y otras anécdotas de viaje, que dan cuenta de eso: como cuando se fueron con Migue a Europa y confundieron los documentos con los de mamá y tuvieron que correr a buscarlos en un taxi que iba a los piques, la famosa parada en MAL ABRIGO, los viajes en los que nos perdíamos en alguna parte del camino a Las Flores, aunque fuera el mismo cada año... y otras.
Y una vez que llegamos, todos muy contentos aunque cansados, lo primero que se hace, es bajar los bolsos, lo segundo que se hace, es mirar el mar y en lo posible merendar, o dependiendo de la hora, comer en el parador, luego de lo cual el primer dìa toca descanso por lo general, club a lo sumo. Esa parte es muy alentadora y uno se siente ya casi reparado y muy contento se predispone a disfrutar las vacaciones, pero... ahí empieza el trabajo!!!! Arreglos de ventilador, pintar paredes, algo de lo que nadie se salva es la jardinería, que incluye desde cortar el pasto, rastillar y tirar lo seco del lado del mar, hasta podar o plantar árboles (hay documentaciòn y los amigos tampoco se salvan), arreglar postigos, etc.
En eso también cada cosa, es una aventura!!! Uno nunca sabe, ni qué problemas, ni qué soluciones se encontrarán en el camino.

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